lunes, 9 de noviembre de 2015

W. H. Auden / Paisaje con la caída de Ícaro


Paisaje con la caída de Ícaro,
Hacia 1558
Museos Reales de Bellas Artes de Bélgica. Bruselas



MUSÉE DES BEAUX ARTS

Acerca del dolor nunca se equivocaron
los maestros antiguos: qué bien comprendieron
su sitio en nuestra vida, cómo llega
mientras que otros comen, abren una ventana o se pasean sin más;
cómo, si la pasión de los mayores espera reverente
el nacer milagroso, ha de haber siempre
niños que no tenían un deseo especial de que ocurriera
y patinen en la linde del bosque:
no olvidaron jamás
que hasta el peor martirio ha de cumplirse
como sea, en un rincón, en un sitio mugriento
donde los perros lleven su perra vida y el caballo del verdugo
se rasque contra un árbol las inocentes ancas.

En el "Ícaro" de Brueghel, por ejemplo: cómo se inhibe todo
tranquilamente del desastre: puede que el labrador
oyese la caída al agua, el grito no atendido,
y para él no fuese una tragedia: daba el sol
como tenía que ser en las piernas blancas que las verdes
aguas se tragaban; y el costoso, delicado navío que sin duda
vio algo extraño, un muchacho que caía del cielo,
iba a un lugar y, en paz, siguió su travesía.


                           W.H. AUDEN  "Otro tiempo" 1940

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