jueves, 10 de diciembre de 2015

Pío Baroja / Cúpula de San Pedro



Miguel Ángel
Arquitectura renacentista italiana
Cinquecento


Era un azul de un brillo de nácar; en el cenit brillaba imperceptiblemente alguna estrella; en el poniente nadaban nubes doradas y rojas.
- Mira San Pedro; parece un trozo de nube.
- Si, es verdad; tiene un color azul como si fuera transparente.
Sonaban algunas campanadas y seguían pasando las grandes nubes blancas y majestuosas por el horizonte; en el Janículo, la estatua de Garibaldi se levantaba gallardamente en el aire, como un pájaro dispuesto a levantar el vuelo.
- Cuando contemplo así Roma –murmuró Laura-, siento una pena, una tristeza.
- ¿Por qué?
- Porque pienso que he de morir, y que ya no volveré a ver Roma. Ella estará así todavía siglos y siglos, iluminada por el sol, y yo habré muerto ya...¿Qué horror! ¡Qué horror!


“César o nada”

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