domingo, 28 de agosto de 2016

Espido Freire / San Jorge y el dragón.



San Jorge y el Dragón
c. 1455-60
Pintura renacentista italiana del quattrocento
Temple sobre lienzo
National Gallery, Londres

  
Tres meses después, cuando yo ya conocía bien los secretos que esperaba que me desvelara, ella regresaba de nuevo a su casa y a la National Gallery. Había encontrado trabajo en ella como vigilante al poco de llegar.
En los primeros días en Londres, yo giraba en torno a la National Gallery como un perro abandonado. Pensaba que si no encontraba alumnos, o si las clases resultaban demasiado caras, podría entrar a trabajar allí, como ella. Rondaba la sala 58, en la que los santos y santas de Crivelli parecían levitar sobre sus dedos larguísimos y sus pies inacabables, y las postales que envié por aquellas fechas se desplegaban para mostrar el mismo cuadro: San Miguel y el diablo bermejo.
Me gustaba también Ucello, cómo su San Jorge caballero implacable destrozaba al dragón que mantenía presa a la princesa, y cómo ella continuaba en su lugar, digna y erguida, hasta que aquella lucha hubiera terminado. La princesa de Tintoretto escapaba despavorida mientras el santo cumplía con su misión divina. La muchacha de Ucello era tan inhumana como la luz de la luna en el cuadro diurno, como la concentrada saña de San Jorge, o el irregular patrón del césped que los rodeaba. Junto a ellos el dragón, con sus ocelos de mariposa en las alas, se arrastraba por el suelo, herido, inevitablemente enternecedor.
“Diabulus in música”

lunes, 22 de agosto de 2016

Emma Lazarus / Estatua de la Libertad

La Libertad iluminando el mundo
Nueva York



EL NUEVO COLOSO
  
No como el gigante de bronce de la fama griega
de conquistadores miembros a horcajadas de tierra a tierra;
aquí en nuestras puertas del ocaso bañadas por el mar, se yergue
una poderosa mujer con una antorcha, cuya llama
es el relámpago aprisionado, y su nombre,
Madre de los exiliados. Desde su mano de faro
brilla la bienvenida para todo el mundo; sus apacibles ojos dominan
el puerto de aéreos puentes que enmarcan las ciudades gemelas,
"¡Guarden, antiguas tierras, su pompa legendaria!" grita ella
con silenciosos labios. "Dame tus cansadas, tus pobres,
tus hacinadas multitudes anhelantes de respirar en libertad,
el desdichado desecho de tu rebosante playa,
envía a estos, los desamparados que arrojó la ola, a mí
¡Yo alzo mi lámpara detrás de la puerta dorada!"

domingo, 14 de agosto de 2016

Francisco Brines / Frescos de Arezzo


1452-60
Pintura renacentista italiana


MUROS DE AREZZO

Dentro de aquella descarnada iglesia
la nave era una sombra, cuyo aliento
era un vaho de siglos, y en la hondura
vimos la luz sesgando el alto muro.
Y el sueño humano allí, con los colores
del más ardiente engaño, las cenizas
del deseo de un hombre sepultadas
en árbol, en corcel, séquito o ángel.
No puso fantasía ni invención:
sobre la faz del hombre y de la tierra
dejó el orden debido; y admiramos
no la belleza física, la imagen
de nuestra carne serenada. Suma
de perfección es la cabeza humana,
sin fuego de alegría y sin tristeza;
ni altiva ni humillada bajo el arco
del aire azul, tan quieta la mirada
que deja a los caballos sin instinto,
sin crecimiento natural al árbol.

Se nos narra una historia de este mundo;
el pretexto remoto de unos seres
como nosotros mismos, mas sabemos
que el bien y el mal aquí no son pasiones.
La pintada pared nos muestra el sueño
que abolió nuestra escoria: son iguales
el moribundo y el que ama, reyes
y palafreneros, montes o lanzas,
la desnudez y el atavío, sol
o noche, los piadosos y el guerrero,
la sed y la coraza, quien vigila
y el dormido en la tienda, la señora
y sus damas, el estandarte rojo
y el sepulcro, el joven y el anciano,
la indiferencia y el dolor, el hombre
y Dios.
            
Enamorado alguna vez,
y haciendo realidad el viejo sueño
de una mejor naturaleza, quiso
la perfección. Recordando el amor,
la dicha mantenida, sus pinceles
conservaron los hábitos y gestos
terrenales, copió la vida toda,
y a semejanza de él, aunque visible,
un aire hermoso y denso allí respiran
logrando un orden nuevo que serena:
feliz; sin libertad, vive aquí el hombre.

Palabras a la oscuridad.

domingo, 7 de agosto de 2016

Alexander Blok / Gamayun




Gamayun. El ave profética.
1897
Museo de Bellas Artes de  Daghestan, Makhachkala, Rusia.




GAMAYUN, AVE PROFÉTICA
(Cuadro de Vasnezóv)

Sobre las superficies planas de las aguas infinitas,
Por la puesta del sol vestidas de púrpura
Ella profetiza y canta
Sin fuerzas ya para levantar sus alas turbadas...
Profetiza el yugo de los bárbaros feroces,
Una serie de ejecuciones sangrientas,
El terremoto, el hambre y el fuego,
La fuerza de los malvados y la muerte de los justos...
Abarcada del terror eterno
Arde con el amor de su faz hermosa,
Pero en la verdad profética suenan
Los labios secos, sangrientos.