domingo, 9 de julio de 2017

Fernando Senante / El guerrero de Goslar



Escultura abstracta.
Santa Cruz de Tenerife

El guerrero

No has muerto en la batalla,
sigue alzado tu escudo hacia la luz. El aire
parece haber pulido el sudor de tu cuerpo
mientras se arremolinan las hojas de este otoño
tan poco convencido de si mismo.
Rendido pero absuelto, capaz aunque agonices,
habita tu presencia todo el trozo de Rambla.
El destino acertó al darte este paisaje:
laureles de victoria rodean tu figura,
desde sus copas miran erguidos tu derrota.
Su altura es la distancia que te aleja de tu triunfo
y el final que la vida te negó para siempre.

Sin embargo, los niños
encaraman sus juegos a tu bronce tendido
y hay miradas de viejos que contigo descubren
lo bello de luchar hasta el último instante.
Estos, y no otros lances te quedan en la vida,
caer no significa merecer el destierro.
Desde la tierra logra el milagro diario
de perder el aliento sin que fallezca el alma,
perder el equilibrio sin que llegue la muerte.

Por eso, no te culpes de haber sido vencido,
de haber perdido arrojo y fuerza en el combate:
hay luchas que se ganan con la derrota digna
más que con la victoria teñida de vileza.

Nosotros acogemos tu rendición eterna,
el grito impreciso que tu boca no grita,
la sangre que no emana de tu cuerpo de bronce;
hasta el día en que un dios resucite tu espada
y como un dios camines sin rencor por la rambla.

[Ante la escultura El guerrero Goslar, de
 Henry Moore, en Santa Cruz de Tenerife. 
Desde otro lugar, en abril de 1989]

Fernando Senante
Nosotros 

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