domingo, 25 de diciembre de 2016

Antonio Colinas / La caza de Meleagro



La caza de Meleagro
Pintura barroca francesa
1637/38
Museo del Prado. Madrid.

HOMENAJE A POUSSIN

Cicatrices de luz verde en el cielo.
Nubes de cobre rojo, de oro viejo.
De madrugada el bosque es una virgen
húmeda y vaporosa, destrenzada.
En el silencio de las espesuras
galopes de unos pechos como muros,
relinchos de corceles temerosos.
A la caza galopa Meleagro.
Ciñe el laurel la noble frente ebúrnea.
Todo el cuerpo de enfebrecido mármol
es azotado por las madreselvas.
Cicatrices, relámpagos del cielo.
Muerden los cascos todo el césped frío.
Suena como un tambor la tierra fértil.
Sabroso viene el aire hasta los labios.
Las puntas de la lanzas, con rocío.
Bajo los ojos muertos de Diana
pasan como una tromba los guerreros.

Truenos y flautas en un templo

domingo, 11 de diciembre de 2016

Mario Paoletti / Bisonte de Altamira



Un bisonte dormido
Pintura rupestre paleolítica
14.000-9.500 a.C.
Santillana del Mar. Cantabria



FUCSIA

Se estaba bien allí, en la penumbra, con la luz del gran fuego fundiéndose sobre los muros en una infinita gama de grises. Los demás, en cambio, preferían hacer rueda en tomo a las llamas, calentando el cuerpo y preparándolo para el sueño. Su mujer, entre ellos. La presencia de su mujer le avivó la mala conciencia. ¿Era moralmente aceptable que él se pasase todo el día pintando mientras el resto debía ocuparse de la dura lucha por la subsistencia? Lo único que atenuaba la incómoda sensación era que ellos parecían preferir que él continuase con su tarea, aunque al precio de mirarlo un poco extrañamente. En realidad, la mala conciencia sólo aparecía por las noches, cuando ellos llegaban en fila india y se dejaban caer junto al fuego, rendidos y sucios, sin aliento siquiera para quitarse sus abrigos de piel, hipnotizados por las llamas. Sólo a veces, antes de la cena, alguno se levantaba y pasaba a la otra estancia, donde él pintaba, para apreciar lo que había adelantado durante la jornada. Luego, al salir, le echaba esa mirada extraña que él prefería interpretar como una forma de aliento.

La noche era especialmente húmeda y fría. El pintor de las cuevas de Altamira se echó a dormir. Y soñó con un color que quince mil años después se llamaría fucsia.


domingo, 4 de diciembre de 2016

Antonio Buero Vallejo / Las Meninas



1636
Pintura barroca española
Museo del Prado (Madrid)



MARTIN.-LA historia va a terminar... Yo la contaré por las plazuelas y los caminos como si ya la supiera... Estoy solo y me volveré loco del todo: siempre es un remedio.
(Las cortinas del primer término se corrieron ante la inmóvil figura de VELÁZQUEZ. La luz vuelve a decrecer. La vihuela toca dentro la Fantasía de Fuenllana.) Se reirán de mi simpleza y yo fingiré que he visto el cuadro. Pedro, casi ciego, decía de él cosas oscuras, que no entiendo, pero que repetiré como un papagayo. (Mira el pan.) Pedro... (Las cortinas empiezan a descorrerse muy despacio.) Decía: será una pintura que no se podrá pagar con toda la luz del mundo... Una pintura que encerrará toda la tristeza de España. Si alguien me pintara un cartelón para las ferias, podría ganar mi pan fingiendo que los muñecos hablan... (Las cortinas se han descorrido. La luz se fue del primer término. MARTIN es ahora una sombra que había. A la derecha de la galería, hombres y mujeres componen, inmóviles, las actitudes del cuadro inmortal bajo la luz del montante abierto. En el fondo, NIETO se detiene en la escalera tal como lo vimos poco antes. La niña mira, cándida, el perro dormita. Las efigies de los reyes se esbozan en la vaga luz del espejo. Sobre el pecho de VELÁZQUEZ, la cruz de Santiago. El gran bastidor se apoya en el primer término sobre el caballete.) ¡Ilustre senado, aquel es don Diego Ruiz, que ni cara tiene de simple que es! Dice:
RUIZ DE AZCONA.-Hay quien se queja, doña Marcela... Pero nuestra bendita tierra es feliz, creedme... Como nosotros en Palacio...  
MARTIN.-Mientras doña Marcela piensa:  
D.ª MARCELA.- No sucedió nada... Estoy inquieta... Ahora, cuando lo miro, sé que lo he perdido para siempre.  
MARTIN.-Y los demás...  
NICOLASILLO.-¡Despierta, León, despierta!  
MARTIN.- Pero tampoco sabe lo que dice, como yo.  
D.ª ISABEL.- Dicen que en Toledo una fuente mana piedras preciosas...  
D.ª AGUSTINA.- En Balchín del Hoyo han encontrado, al fin, barras de oro...
MARI BÁRBOLA.- Nada sucedió... Dios bendiga a don Diego.  
MARTIN.-Esa mosca negra del fondo nada dice. Pero Vista de Lince la mira y piensa...  
NICOLASILLO.- El señor Nieto está llorando...  
MARTIN.- La infantita calla. Aún lo ignora todo. Don Diego la ama por eso y porque está hecha de luz. ¿Y él?   ¿Que pensará don Diego, él, que lo sabe todo?

(Una pausa.)
VELÁZQUEZ.-Pedro... Pedro..

(La música crece. MARTÍN come su pan.)

TELÓN

“LAS MENINAS”