domingo, 31 de julio de 2016

Ana María Vieira / La urraca



La urraca
1869
Musée d’Orsay. París


 LA URRACA
(sobre un cuadro de Claude Monet)

Sobre el viejo portón iluminado
negra la urraca se detiene y mira.
El litúrgico manto de su lira
va encegueciendo el árbol desnudado.

Caen sus ramas bajo el peso helado
hacia la nieve que en sus visos gira.
Las rojas chimeneas de la ira
por la húmeda casa se han marchado.

¿Quién vive allí? ¿La multitud errante?
Tan sólo habita un hombre solitario
que sueña en soledad por un instante.

Sobre el portón, envuelta en un sudario,
la urraca grita como negra amante
su muerte oscura que se muere a diario.



lunes, 25 de julio de 2016

Charles Dickens / San Marcos de Venecia




“En tomo a este palacio, giraban claustros y galerías, tan ligeros que parecían obra de las hadas, pero tan sólidos que no reflejaban el paso de los siglos, y lo unían a una catedral realmente magnífica con sus libres y exuberantes fantasías orientales. No muy lejos del pórtico, una imponente torre solitaria, con su soberbia cúspide elevándose al cielo, miraba hacia el Adriático. Delante, en el lugar donde la plaza lindaba con el agua, se alzaban dos columnas de granito rojo de malos auspicios; la una coronada por una estatua armada con escudo y espada, la otra por un león alado. Algo más allá, otra torre, la más espléndida entre todas las cosas de aquí, donde todo es espléndido, sostenía en lo alto una gran bóveda celeste de brillantes dorados y un azul muy vivo. En la parte superior estaban pintados los signos zodiacales y un sol que giraba en torno a ellos. Más arriba, dos gigantes de bronce marcaban las horas golpeando con martillos la sonora campana. Parte de esta visión encantadora la componía una pequeña plaza rectangular delimitada por magníficos palacios de una piedra blanquísima y circundada por un hermoso pórtico muy ligero. Coloridos mástiles con estandartes se alzaban esbeltos sobre un suelo poco estable.

Me pareció entrar después en la catedral, y atravesarla longitudinalmente bajo los numerosos arcos de la nave central. Era una estructura grandiosa y fantástica de proporciones inmensas, resplandeciente por el oro de los antiguos mosaicos, perfumada, enturbiada por el humo del incienso, cofre de ricos tesoros de metal y piedras preciosas que brillaban tras las barras de hierro; una estructura sagrada para dar sepultura a los restos de los santos que descansan en ella, irisada por vidrieras pintadas, oscura en sus paneles de madera esculpida y en los mármoles de colores, en penumbra en las vastas alturas y en las negras profundidades, iluminada por lámparas de plata y farolas titilantes, irreal, fantástica, solemne, extraordinaria en todos sus rincones.”

Imágenes de Italia 

domingo, 17 de julio de 2016

Marilina Rébora / El cambista y su mujer


El cambista y su mujer
Pintura flamenca
1514
Museo del Louvre de Paris.



EL CAMBISTA Y SU MUJER

El cambista sostiene minúscula balanza
con que pesa, prolijo, los objetos preciosos:
monedas, joyas, dijes, que forman la esperanza
del próspero comercio de los cautos esposos.

La mujer, en los ojos, acusa desconfianza,
mientras hojea un libro con dedos despaciosos;
la otra mano, que muestra una fina alianza,
reposa sobre un libro de ornamentos piadosos.

Trajes rojo y azul; las tocas blanca y negra
se funden con la tabla de color verde, lisa,
y el dorado, disperso, todo el ambiente integra.

Un espejo ovoidal, en la mesa dispuesto,
refleja una ventana y a un hombre que pesquisa
-apoyado en el marco-, desde un lugar opuesto.


domingo, 10 de julio de 2016

Gonzalo Millán / Narciso



Narciso
1598-99
Galleria Nazionale d'Arte Antica, Palazzo Corsini. Roma
Pintura barroca italiana
 
I. EL NARCISO DEL PALACIO CORSINI

A primera vista es una inicial historiada
una gran letra D, una hebilla alegórica
compuesta por el arco y su flecha,
el amor sin amantes y sin la herida,
la imagen de un rostro embelesado
por las burbujas del estanque de cristal.
Modelo y reflejo están unidos
como en una guirnalda de luz y sombra,
la luz desde arriba contempla
su aurora y su ocaso;
la sombra desde abajo
abandona su oscuridad gracias al ojo.
Conciencia primera contemplándose
fascinada e incierta, desnuda y gozosa.
Unión del hombre con su reflejo,
de la mente con su mismo cuerpo.
Belleza que despierta amor,
reunión del hombre y la naturaleza
gracias a un espejo de agua.
Una letra para la ilustración
de algunas ideas platónicas
teatralizada de acuerdo a un gesto clásico:
El Spinario, antigua estatua griega
de un niño sacándose una espina del pie.
Una letra exquisita embellecida
para cegarse con su propia admiración,
el Andrógino mismo, Mister y Miss Abime.


Gonzalo Millán
Croquera con tres Caravaggio


domingo, 3 de julio de 2016

Álvaro Cunqueiro / Pórtico de la Gloria


Maestro Mateo
Pórtico de la Gloria
Catedral de Santiago de Compostela
Siglo XII


Constructor de puentes, Mateo construyó como un puente el Pórtico, bajo el que camina, tal un lento y oscuro río, la humana peregrinación. Había, quizás, aprendido por sí mismo aquello que, «secondo la mente et opinione dei platonici», Ficino y Pico de la Mirandola y algunos curiosos florentinos aprendieran dos siglos más tarde: a poner las aguas como imagen de la vida fugitiva, y «similia similibus curantur», a curar la melancolía contemplando marchar un río hacia la mar, que es el morir. En la Ponte Miña, de Portomarín –yo la he visto rota y desmoronada, tal como los siglos en el verso de Holderlin y las oscuras aguas apresurándose–, y en la gran puente sobre el Esla y en aquella bajo la que el Ulla conoce el mar, aprendió Mateo también a comparar las sonrisas en los humanos rostros con los movimientos del agua en los remansos. Para Leonardo llegarán a ser una y la misma cosa. Todas las figuras de Mateo en el Pórtico son desconocidos, misteriosa gente que él ha visto cruzar por las puentes que construyó, y con un carbón debió dibujarlas una y mil veces, curioso de tan pasajera y significativa belleza, de un remoto misterio, de una cabellera o una mirada... Debió conversar con muchos de ellos, y por eso el Pórtico está lleno de diálogos, y un oído atento podrá más de una vez recoger noticias de sucesos, confesiones, y sorprender oscuras nostalgias. Quizás, excepto lo que luego diré, lo más vivo, penetrante, exquisito y significativo del Pórtico de la Gloria, sea el susurro de las conversaciones que brotan de las figuras de piedra como el chorro de agua de una labrada fuente.

“Mestre Mateo”
Artículo publicado en “La Voz de Galicia”